Entrevista a la Dra. Denise Vaillant - Universidad ORT Uruguay

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Denise Vaillant es Doctora en Educación de la Universidad de Québec à Montréal, Canadá y tiene una Maestría en Planeamiento y Gestión Educativa de la Universidad de Ginebra, Suiza. Ocupó varios cargos de responsabilidad en la Administración de Educación Nacional de Educación Pública en Uruguay. Es profesora universitaria, asesora de varios organismos internacionales y autora de más de cien artículos y libros referidos a la temática de profesión docente, reforma e innovación educativas. Pertenece a numerosas Asociaciones Científicas y Profesionales. Actualmente es la Directora Académica del Instituto de Educación de la Universidad ORT-Uruguay. Es también la Presidente del Observatorio Internacional de la Profesión Docente con sede en la Universidad de Barcelona. Su libro   más  reciente es Vaillant, D. ; Marcelo, C. (2009) Desarrollo Profesional Docente. ¿Cómo se aprende a enseñar?. Editorial Narcea, Barcelona. Email: vaillant [at] ort.edu.uy (mailto:)Web page: http://denisevaillant.com/

 

Red AGE conversó con la experta internacional  Denise Vaillant sobre el desarrollo profesional docente,  los logros y  desafíos de Iberoamérica en el área, el rol de los directivos y docentes en los nuevos escenarios del siglo XXI, las nuevas competencias profesionales complejas y  el proceso de profesionalización.

¿Cómo se entiende hoy el desarrollo profesional docente? ¿Qué relevancia adquiere el mismo en  los nuevos escenarios del siglo XXI?

El desarrollo profesional docente refiere a los procesos mediante los cuales los maestros y los profesores aprenden a enseñar y desarrollan y mejoran su repertorio de capacidades profesionales. El análisis de los procesos de "aprender a enseñar" ha sido una constante en la preocupación de los investigadores educativos en las últimas décadas. Cientos de estudios se han llevado a cabo para intentar desentrañar los "secretos" de ese proceso y dar respuesta a los nuevos escenarios del siglo XXI. Y en ese sentido, creo que actualmente el concepto de "desarrollo profesional" debe entenderse como la formación continua y actualizada de maestros y profesores que son profesionales de la enseñanza. Asimismo, el concepto "desarrollo profesional" tiene una connotación de evolución y continuidad, que supera la tradicional yuxtaposición entre formación inicial y perfeccionamiento docente.

¿Cuáles son  a su juicio los principales logros y desafíos de la región iberoamericana en relación al desarrollo profesional de los docentes?

A pesar de la importancia que el desarrollo profesional docente tiene tanto para el docente como para el aprendizaje de los estudiantes, la tradición ha mostrado que éste se ha caracterizado por su lejanía respecto a las necesidades de docentes, estudiantes y escuelas.  Las prácticas tradicionales de formación continua en Iberoamérica se han basado muy frecuentemente, en la idea que los docentes necesitan ser "arreglados".  La formación continua ha asumido una modalidad remedial y pocas veces ha sido anticipatoria. Los problemas han sido muchos y ha existido prácticamente ausencia de una evaluación sistemática del desarrollo profesional, y poco o ningún reconocimiento a las características de los docentes como sujetos que aprenden. Los desafíos son muchos y los logros han sido pocos.

¿Existen tensiones entre las competencias docentes requeridas para trabajar en los nuevos contextos escolarizados y la formación inicial de los docentes en la región iberoamericana?

La formación inicial docente es el primer punto de acceso al desarrollo profesional continuo. Sin embargo, la impresión general que me dejan los estudios, las investigaciones y los informes que he examinado a lo largo de estos últimos años, es que la formación inicial ha tenido resultados más bien mediocres, a pesar de que se le reconoce un papel clave en las reformas educativas. Las carreras se caracterizan por un bajo prestigio, un énfasis excesivo en el método basado en la exposición oral frontal y muy poca atención a técnicas pedagógicas apropiadas para los estudiantes socialmente desfavorecidos, lo mismo que a las clases multigrado, las clases multiculturales, el aprendizaje de la lecto-escritura y del cálculo,  o la  resolución de conflictos. Ese déficit se ve notoriamente agravado por la mala calidad de la educación escolar básica y media que muchos de los aspirantes a maestros y profesores reciben antes de ingresar a estudiar en una universidad o instituto de formación. Pero soy optimista, creo que hay muchas experiencias en Iberoamérica que muestran que es posible reformar las estructuras curriculares, organizativas y culturas profesionales actualmente imperantes.

¿Qué rol le cabe a los directivos de centros educativos en relación al desarrollo profesional de sus propios docentes?

Los sistemas educativos con más alto rendimiento, cuentan con un liderazgo sostenido, comprometido y talentoso de los directores. Las diferencias en los logros educativos no se explican sólo por el gasto en educación. La clave para el éxito educativo se encuentra en dos aspectos principales: el desarrollo profesional continuo y el apoyo a los docentes en el aula. Esto explica el papel fundamental que tienen los directores.  El liderazgo pedagógico de los directores es un factor imprescindible en la mejora de las capacidades de los docentes y en su adecuado desempeño. La literatura muestra claramente la importancia de prestar apoyo a los docentes en sus primeros años  de labor y son los directores los más indicados para apoyar esos procesos de inserción de los nóveles maestros y profesores en el aula.

¿Existe margen de acción  para la escuela tal cual la conocemos? ¿Qué deben esperar los directivos y docentes en los nuevos escenarios?

El problema es que las metas y funciones que debe desarrollar el sistema educativo generan múltiples dilemas y contradicciones. Las formas tradicionales de enseñar ya no sirven porque tanto la sociedad  como los estudiantes han cambiado. Se han multiplicado los lugares  donde aprender, los sistemas para acceder a la información, las posibilidades de intercambio y de comunicación, y la cantidad de estudiantes escolarizados. Pero los objetivos educativos, la forma de organizar la enseñanza y las condiciones de los maestros y profesores, se mantienen prácticamente inalteradas. Y esto hay que cambiarlo. Una forma de hacerlo es comprometer a la sociedad con la educación para asegurar la universalización de la educación básica y media. También será necesario incrementar el acceso de los jóvenes a la enseñanza postobligatoria y conectar la educación y el empleo.  No es posible el cumplimiento de estas metas si no se logra fortalecer la profesión docente; educar a lo largo de toda la vida, conseguir más recursos e invertir mejor los disponibles.

Diversos  analistas señalan que mientras las políticas de los noventa se focalizaron en la mejora en la   eficiencia de la gestión de sistemas educativos, y de las propias organizaciones escolares, la nueva generación de políticas se focalizarían en la incorporación y retención de sectores vulnerables a la exclusión a través de estrategias alternativas,  no tradicionales,  de escolarización. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Al examinar la situación actual de los docentes y de los directores en América Latina es importante señalar que, durante las últimas décadas, los  niveles de exclusión social  han tenido enormes implicancias e impacto en sus tareas. Los maestros y los profesores han tenido crecientemente que asumir funciones de "contención social" en detrimento de las tareas pedagógicas. Se le pide a la escuela lo que la familia muchas veces no da: apoyo, afecto y orientaciones morales y éticas. Ser un maestro o un director en este nuevo contexto de socialización, especialmente en las grandes metrópolis, requiere el desarrollo de nuevas competencias profesionales complejas. Y esto exige "re-pensar" las propuestas actuales de desarrollo profesional continuo para atender las necesidades y demandas que plantean hoy la inclusión educativa de niños y jóvenes pertenecientes a sectores de la población "vulnerabilizados". El reingreso educativo de niños que están fuera de la escuela exige pensar en  nuevas alternativas y modalidades y también en el papel del docente en esos escenarios.

Asimismo, ¿se ve  esto reflejado en las políticas de formación inicial y de profesionalización docente?

Es necesario rever las políticas actuales de formación inicial docente que debería convertirse en una carrera atractiva para jóvenes que muestren buenos resultados educativos en la educación media, aumentando el nivel académico exigido. Y para que la formación no quede en mera retórica e incida efectivamente en lo que los docentes hacen en el aula y en lo que aprenden los estudiantes de los centros educativos, sería preciso  establecer criterios profesionales que constituyan marcos para una buena enseñanza y que sean el requisito básico para una formación y un desempeño laboral de calidad. En años recientes, se ha puesto el énfasis en la idea de "proceso de profesionalización", planteándose la existencia de un continuo que va desde un polo de des-profesionalización a otro de profesionalización plena. En esta perspectiva, la profesionalización es una tarea de mediano y largo plazo, que requiere ciertas condiciones indispensables que deben mantenerse a lo largo del tiempo: formación inicial de calidad e instancias periódicas de desarrollo profesional, dirección y supervisión docente adecuada.

¿Desea agregar algo más?

A pesar de la heterogeneidad de situaciones y de países, la investigación ha identificado hoy el  conjunto de capacidades docentes y directivas que garantizan el derecho de niños y adolescentes a aprender. Pero se requieren  de instancias institucionalizadas que fomenten y apoyen esas capacidades. ¿Cómo? A través del desarrollo profesional de docentes y directivos y del apoyo de su tarea en los centros educativos y en las aulas. Es esta la única manera de instalar climas escolares positivos centrados en el aprendizaje del estudiante.

(Junio 2011)

Agradecemos sus valiosos aportes

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